Hace diez meses que estaba en este mismo banco.
Sentada la misma bufanda negra, respirando tan hondo como ahora, pero con la claridad del día, esperándole. Llegaba por detrás, me daba un beso en la mejilla y se sentaba a mi lado.
No queda ni un abismo de su presencia.
Ni siquiera quedan más de tres recuerdos. ¿Tres recuerdos quiere decir que está superado?.
Todo ha cambiado, ahora tengo forjada una coraza que odio. Inmóvil y rígida.
Totalmente protegida por si viene por sorpresa algo bueno, como si realmente no quisiera avanzar. Como si me gustase no salir de esto, y pensase pasarme la vida sentada en este puto banco, tratando de seguir recordándole.
Recuerdo su olor y cierro los ojos. Todo es amargo; sensaciones, sentimientos y recuerdos. Estupideces.
Este banco a las tres de la mañana en pleno invierno, es muy diferente ¿sabes?. Tan diferente como mis recuerdos. El frío traspasa mi ropa hasta mi piel, llega hasta lo mas profundo de mis venas y congela mi sangre. El suelo tiene frío también, con todas sus grietas, tiene casi tantas como yo....No, no tiene más. Con mis medias completamente rotas, son el reflejo de mí.
Saco un cigarro a duras penas por el temblor de mi mano, y un rotulador escondido. Escribo: "Él." justo en el borde.
Fumaré en su honor porque es parte de mis malos hábitos, porque todavía es parte de mi.
Me cuesta acertar incluso a encender el mechero, ni siquiera él quiere ponérmelo fácil.
Con la última calada se me escurre una lágrima entre tanto temblor, mientras asumo los recuerdos borrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario