jueves, 7 de abril de 2011

Intenté escapar del miedo, pero el miedo me tenía bien sujeta.- SSNA.2





























Huele a tensión sexual, más bien, apesta el ambiente a ello.

Amanezco sobre el suelo, con una de esas sensaciones de cosas que deseas olvidar.
No era capaz a abrir mis ojos más de medio cuarto y pasó una moto por la calle de abajo, metiéndose como una demoledora, como un puto trueno dentro de mi cabeza. Entraba el sol por aquella ventana entreabierta, con las cortinas cubriendo tímidamente una de las hojas. Me senté, apoyándome sobre la cama contra esa ventana.

A pesar de todo, había una maravillosa calma en aquella habitación, no sonaba prácticamente nada. Lo primero en lo que pensé fue en mi móvil, desde lejos iluminándose, por lo menos estaba más vivo que yo. Cerré los ojos, y empecé a martirizarme. Siempre me parece una buena idea, hasta que el día siguiente no puedo parar de arrepentirme.

Ahí justo, en mi subconsciente no parabas de castigarme. Trataba de escaparme de esas imágenes, esa angustia, frustración, agobio, agonía, intranquilidad, malestar, ansiedad, desesperación... Traté de escapar de aquel tormento que únicamente me producías tú, como imagen.
Resultaba patético saber que estaba encerrada en mi mente escapando de otro castigo tuyo que ni siquiera había llegado. No me estabas haciendo daño, pero extrañamente estaba aterrada. Tu imagen no se iba, estaba constantemente en el mismo sitio, parecía que lo que se movía era el suelo.

Era una exposición para enfrentarme a tus errores, mentiras y miedos, es decir, tú. Era sólo una imagen de lo que se me venía encima.

Te ví, ahora sí, en esa misma habitación deseando que siguiese siendo una pesadilla que terminase pronto. Pero era tan real como aquel dolor de cabeza.
Estabas allí tirado, dormido, no podía evitar que me diera asco todo aquello. Estabas retorcido, sin camiseta, tenías la boca entreabierta y parecía que te sentías calmado.
Volví a encerrarme en mi arrepentimiento, y me preparé mentalmente para irme corriendo. Pero no me lo ibas a poner tan fácil, ni siquiera podría escaparme tan fácil de mir errores, fue cuando sentí que te habías movido.
Me sonreíste con los ojos entrecerrados, viendo mi cara seria. No podía dejar de clavar mi mirada sobre tí, tratando de evitar que vieras el miedo de mis ojos, tratando de evitar tener que afrontar esta situación, tratando de parecerte altiva y que no te molestases ni en hablarme, pero me conocías demasiado bien.

Te acercaste por primera vez, y me quedé totalmente quieta, como esas presas que se quedan muertas para evitar que las cacen. Te acercaste aún más y me apartaste el pelo detrás de la oreja. Te acercaste lentamente y susurraste, "dime esa verdad que tanto espero".

Intente no pensarlo, intenté morirme, intenté matarte, intente mentirte, intenté escapar del miedo, pero el miedo me tenía bien sujeta.
El miedo me había encontrado y me tenía encerrada, el miedo no pensaba dejarme ir sin soltarlo, el miedo era un hijo de la gran puta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario