domingo, 19 de junio de 2011

Aunque te equivoques, aunque no estés cuando te necesita, ella te va a querer a tí - DM. 2




Ese día volvimos a nuestro escondite, ese lugar en el que siempre fuimos él y yo, con un nosotros completamente diferente.

Había un viento incesante, que no nos dejaba, que no paraba de golpearnos. Nos tumbamos sobre la misma roca de siempre, fría, llena de aristas, clavándose mi espalda contra ella. Hacía mucho más daño de lo recordaba, quizá el amor antes paliaba todo.
El viento secaba mis ojos, que no paraban de empañarse, y cada vez dolía más aquello.
Mantenía mi boca entreabierta, parecía que me demostraba a mi misma que todavía seguía viva, que todavía podía lograrlo. Sentía mis dientes pesados sobre mi labio, mi respiración acelerada, y una contrariedad de sentimientos.
Creo que jamás me había encontrado peor.
Nos quedamos callados, sin decir nada, escuchando el mar. Nuestras manos se congelaban, y sentíamos como se paralizaba todo.
Pasamos una eternidad dejando el tiempo pasar, las olas caer, los sentimientos ralentizar, la vida pausar.







- Deja de preocuparte, eso pasa siempre.
- Pasa siempre, ¿y qué? ¿por eso no tengo que hacer nada? ¿por eso tengo que tragarme todo esto?
- ¿Puedes hacer algo?
- No.

Aquello me dolía como un cristal atravesándome el pecho, como una cuerda dejándome sin respiración, como una hemorragia inundándome por dentro, como el frío deteniendo mi vida.Trataba de tragar saliva, de parecer lo más entera posible, de poder sobrellevar que ya nada era lo mismo.

- Bueno, no lo creo.
- A quién no le gustaría poder hacer algo...Pero es lo que tiene esto, ¿verdad?
- Antes todo era más fácil.
- Antes cuando no te enamorabas
- No estoy enamorado
- ¡Qué va!
- Sólo estoy ilusionado, creo que es especial, y me gusta. Me hace sentir algo diferente.


Creo que en ese momento algo dejó de funcionar, algo se murió un poco más dentro de mí.
Es duro saber tan claramente que todo lo que hay en tí no mueve nada dentro de otra persona, y que el problema no es que hagas algo mal, el problema eres tú.


- Tranquilo, yo creo que esa es la gracia, no poder hacer nada.
No saber el daño que te puede llegar a hacer, confiar siempre, ofrecer que te pueda destrozar, exponerte completamente a ella y mientras, esperar que piense en tí tanto como tú en ella, que simplemente valore que estés ahí.
No sé... es una de las cosas que hace que esto tenga gracia, es una de las cosas que hace que estemos orgullosos de sentirlo.
- Daría lo que fuera por saber lo que piensa, lo que siente, poder estar en el lugar que ella quiera, sorprenderla cada vez que lo espere, poder llegar a hacerle sentir la mínima parte de lo que ella hace que yo sienta. Encontrar el momento adecuado, y justo entonces, poder regalarle lo que ella quisiese, acertar siempre. Devolverle todo lo que me da, todo lo bueno que da y ni siquiera sabe.
-  Justo
- ¿Justo?
- Esa es la ventaja de todo esto, que simplemente con ser quien eres ya le estarás dando lo que ella quiere, aunque te equivoques, aunque no estés cuando te necesita, aunque sólo lo intentes, ella te va a querer a tí, y no le hará falta más.

lunes, 13 de junio de 2011

AG

Yo, todavía creo que el amor es una cuestión de decisiones, pero a veces, a pesar de decidir lo mejor que puedes y creer que tomas las mejores decisiones, el destino, termina por ganar. Nunca sabes cual va a ser el día mas importante de tu vida, nunca son como los imaginas, son días normales, que empiezan igual que otro cualquiera, y se convierten en los mas importantes. Nos gusta pensar que no tenemos miedo, que deseamos explorar y conocer, pero siempre estamos aterrorizados, puede que eso sea parte de la atracción que nos mueve. A veces, hasta la mejor de las personas, toma decisiones de las que sabe que se arrepentirá la mañana siguiente, bueno, tal vez no del todo , porque por lo menos sabe que se ha lanzado, aun así, algo en nuestro interior decide hacer esa locura, que sabemos que jugará en nuestra contra, pero la hacemos de todos modos, lo mires por donde lo mires, es un asco, de una forma u otra nos tendremos que enfrentar a nosotros mismos, problemas, que acaban encontrandonos. Bienvenida al juego, ya estas lista para jugar, hay personas a las que nos encanta jugar, tal vez demasiado, aunque la vida no es un juego con público, ganar, perder o empatar no es lo más importante, lo queramos o no, siempre continúa, peléate con el arbitro, haz trampas, tómate un respiro, cambia las reglas y lucha por ganar, pero juega, te dejo hacerlo conmigo, pero te acabaré mordiendo, estas avisado, juega rápido o te acabaré comiendo.

lunes, 6 de junio de 2011

No podía parar de pensar como volver a ganar, pero besaba siempre con amor. - DM.1






Hacía de su vida un paracaídas, regalaba su felicidad porque supongo que le sobraba, jugaba a juegos de niños con el corazón. Bromeaba con el amor, fantaseaba con los sentimientos, y se permitía apostar contra todo pronóstico. De lo que no se daba cuenta era de todo el daño que hacía eso.

Vacilaba a la vida, amaba la noche y a veces el día, se distraía mirando las nubes mientras fumaba, pensando en la siguiente jugarreta, en la siguiente estrategia a llevar a cabo. Bailando sobre los tejados de sus sueños, enloqueciendo con sus absurdas ilusiones, ansiando todos sus propósitos, sin parar de hacer planes. No podía parar de pensar como volver a ganar, pero besaba siempre con amor.

Mentía al tiempo para que corriese a su favor, hacía trampas y de esa forma conseguía una sobredosis de vida, pero le añadía la complicidad a las despedidas.
La adrenalina pasaba en cantidades industriales por sus venas, se colocaba el pelo con una ráfaga de viento que hacía pasar, y se mordía el labio cuando tenía sed de victoria.
Su abreviatura causaba tensión, pensarle hacía que te entrasen ganas de vomitar de nervios, pero cada vez que paseábamos, se sentaba cerrando los ojos para oír el mar, callado, apoyándose sobre mí.

Él, era tal y como siempre lo imaginé, como algo que había pedido, como una lista de deseos cumplida, pero de todos esos sueños, siempre se me olvidó pedir algo, que me quisiera.

Era el mayor cabrón del mundo y se había propuesto conseguir un trozo de mí para su disfrute personal. Lo que jamás esperó, fue toparse con alguien que le costaría trabajarse, alguien a quien sonrisa acompañada de ternura, no le afectaría. Se encontró con su propia medicina, con alguien que podría llegar a jugar igual de bien, con un rival suficientemente digno. Ni siquiera su forma más cachonda de decir buenos días, me resultaba más que un aperitivo. Nunca se había topado conmigo, aquella que comenzaba por la parte más dulce del postre.

Formábamos una explosión de furia y pasión frenética, pura tensión sexual, conexiones eléctricas en un día de tormenta, el placer disimulado bajo una capa de crema suave. Éramos pura dinamita por explotar, la peor unión que pudo toparse, perfectos bastardos.
Pero me acabó engañando, porque cada vez que se trata de él siempre hay un "pero".

Acabó ganando, derrotándome como había planeado. Creo que terminó por disfrutar del juego, por sentirse más fuerte, porque esta victoria no había sido en camino recto, y simplemente por eso, por ganar algo difícil, decidió hacer eso, ganar y punto.
En algún momento olvidó que todo se trataba de un juego, y pudo llegar a ver más a allá, o eso me hizo creer. Lo que seguro que hizo, fue tirar todo por la borda. Hacer de ésto su propia partida.

Me ganó cuando pensé que había dejado de jugar. Pero él nunca deja de jugar.








PDT:
A pesar de todo, él era mi bastardo, y el momento en el que asumí haber perdido, fue mi ruina, porque todo se desmoronó.