martes, 26 de julio de 2011

Besarte, como si siempre fuera la primera vez. - DM.5





Hoy, busco más que nunca tener esa razón por la que levantarme cada mañana.
Revivir una búsqueda de sentimientos completamente perdida. Sensibilidad por necesidad. 



Me gustaría encontrarle.
Encontrar esa parte suya que siempre quise, esa sensación que tanta falta me hace ahora. Necesito dejar de verle como rutina, mantenerme viva con la lucha por no perderle, porque nunca necesité nada más, ni siquiera necesité dejar de ser presa de esta sensación. Pero sería tan estúpido como lo es, odiar que me quiera tan bien como lo hace.

Era tan bonito cuando nos hacíamos daño al querernos, cuando éramos ese amor tan puro. El que duele. 




Cuando la rutina era besar a escondidas, en las esquinas, como si fuera el último día que lo fuéramos hacer. Manteniendo el secreto, para alimentar el riesgo. Vernos muy rápido, tan rápido que ni siquiera podíamos recordar, como si nos agotásemos. 
Derramar pasión en las paredes que tocábamos, deseo en cada una de las farolas que alumbraban nuestros  besos. Como si quisiéramos comernos en ese mismo instante, como si el tiempo fuera a implosionar.

Silenciosamente, llorar con cada uno de los besos, que vuelvan a caer las lágrimas lentamente por nuestras mejillas, porque podemos no volver a vernos, porque el miedo es cada vez mayor, y la valentía se nos hace poco a poco más pequeña.
Mientras, sólo estamos juntos, y nuestra respiración se acelera. Con los ojos cerrados, ahogándome, entreabrirlos y simplemente verle a él, sólo ver su boca. Sentir su respiración igual de rápida, sentir que le quiero demasiado, que es imposible querer más. Volver a sentir que el tiempo se para para que nosotros nos queramos, para darnos un respiro, para regalarnos a nosotros mismos vida.

Volver a reirnos juntos, para que el mundo nos escuche, con todas nuestras ganas. Decir te quiero mientras estamos enfadados, porque de la rabia que tenemos necesitamos recordarnos que nos queremos, y en el momento en el que más nos odiamos, gritarnos. Algo así como gritarnos un te amo, muy claro. Lleno de rabia. 
Cuando besábamos a otros, por cobardes. Y buscarnos cada noche para pedir perdón, volvernos locos porque ambos sabemos que esto es una tonteria. Pero eso, nos daba igual. No queríamos admitir lo que sentíamos, porque la posición cómoda era seguir con nuestras vidas. Pero seguir siendo infelices. Nuestros corazones luchaban por latir más fuerte, por intentar engañar más, por tratar de ser más fuertes.
Pero nos provocábamos un ascenso de la adrenalina con sólo pensar que 
estábamos cerca.

Cuando nos gritábamos entre silencios que nos echábamos de menos. Caminar en diferentes direcciones buscando la razón de seguir con esta estupidez, que nos estaba matando. 
Sentir de nuevo que nos odiamos por hacernos sentir esas sensaciones, por echarnos de menos cada vez que pasa un puñetero día. Por estar echando tierra sobre nuestras vidas, mintiendo, escondiendo, siendo hiócritas...
Por sentirme una fracasada si no te tengo cerca, por creer que sin tí, el mundo es un simple pasatiempo de felicidad y comodidad. Por no arriesgarnos.


Comernos, como si fueramos el postre más dulce que jamás hubiéramos probado. 
Besarte, como si siempre fuera la primera vez. 
Cometer los mismos errores, para sentir que contigo jamás voy a aprender a amar sin locura. 
Sentir, que ni el propio picasso tras cinco porros, podría expresar lo que sentimos. 
Sentir, que mi jodida vida vuelve a depender de tí.
Sentir, que sólo puedo vivir después de oír tu voz a primera hora de la madrugada. 













¿Sabes que es lo más jodido? que jamás volveremos a tener eso. Que ahora nuestra comodidad es la que hace que sintamos la necesidad de buscar otras bocas que palien la ausencia de amor. 
Nos estamos convirtiendo en lo que fuimos. En lo que creímos que no podría volver a ocurrir. 

Hoy, veintiseis de julio de dos mil once, no sé que cojones es lo que quiero. Si seguir con nuestra mentira, volver a hacernos tanto daño como hemos hecho nosotros. 

miércoles, 6 de julio de 2011

- Muérete. + Contigo. - DM.4



- ¿Ce?
- ¡Vaya!...qué sorpresa encontrarte aquí. ¿No?

-  Pues sí.
Hace la de Dios que no te veo... ¿Qué tal te va? ¿todo bien?.
- Sí, todo bien.
- ¿Sólo bien?
-  Bueno, todo va bien, ya sabes.
- Me alegro mucho.
La verdad, se te ve igual de bien que siempre.



- Trato de estarlo.
A tí también se te ve bien, y estás más...¿fuerte?
- ¿Sí?, hace unos meses que he empezado al gimnasio. Malgasto bastantes horas entre pesas, pero me viene muy bien para la cabeza. Para desconectar y eso, además ya sabes que siempre quise hacerlo.
- Lo sé, pero antes parecía que te iba más la fiesta, ja, ja, ja.
¿El resto bien?
- Intento llevarlo lo mejor posible, me están ayudando mucho mis amigos... y bueno, ahora bastante mejor. Desde aquello, no he estado bien del todo.
- Espero que mejoren las cosas, entonces. Y me alegro de que estés algo mejor.
- Un poco hipócrita que digas eso, ¿no crees?
- Lo dejo a tu juicio, pero no me malinterpretes. En absoluto.
No tengo por qué querer que estés mal.
- ¿No tienes por qué quererlo?. Siempre has sido muy graciosa, no te malinterpreto.
Agradezco tu "apoyo", pero preferiría que fueras menos cínica, y que no dijeses nada.
- Perdona si te ha molestado, pero de verdad que no lo he dicho con ninguna mala intención.
- Es broma.
Pero te veo rara, no estás como siempre.
-  No lo sé, ha pasado tiempo y todo se vuelve más frío, ¿no?.
- No es eso. Es esa actitud tan altiva y soberbia. Me sorprende. Antes me caías mejor.
-  Antes las cosas eran diferentes.
- Lo sé, antes se te veía más feliz.
Estabas conmigo, quizá era eso ¿no?.
- Seguramente... ja, ja, ja. Bueno, será mejor seguir otro día con esta conversación porque tengo que irme. Me alegro de verte así de bien.
- Es broma tonta. Ya me dejaste claro que precisamente la felicidad no la tenías a mi lado.
- Bueno, tengo cosas que hacer, y voy bastante apurada la verdad. Ya nos veremos, ¿vale?, adiós.
- Espera
*Me agarra del brazo para retenerme*
Lo siento mucho, me he pasado.
- No importa, déjalo estar. Me voy de todas formas.
- ¿Está todo bien?
- Sí, no te preocupes.
- ¿Y en tí? ¿en tí está todo bien?
- No me pasa nada, de verdad. La situación es un poco incómoda y no me encuentro agusto. Pero está todo bien.
- Sé que hace tiempo que no hablamos, pero sabes que me tienes para lo que quieras a pesar de todo. Siempre me tendrás. Si me necesitas, espero que no dudes en llamarme.
- Lo sé, y tu también me tienes para lo que necesites.
- Te he querido mucho, ¿sabes?.
He estado realmente jodido, he pasado unos meses de mierda. Pensé que no volvería a levantar cabeza. Casi sin salir de casa.
He esperado tanto una llamada tuya, que me dieras una señal. He esperado que sabiendo lo jodido que estaba, simplemente me preguntases qué tal. He esperado tanto tiempo pensando que alguna vez te había importado lo más mínimo...y nada. Me lo he tenido que comer todo solo, ni siquiera te has molestado en preguntarle a mis amigos lo más mínimo, ni siquiera has sido lo suficientemente falsa de intentar quedar bien con ellos.
Pero lo que más me jode no es eso, todo eso es pasado. Lo que más me jode, es que no seas capaz de mirarme a la cara, de mantener una conversación con alguien a quien has querido tanto.
Sigues siendo la misma de siempre.
- ...
- Me duele que después de todo no pueda hablar contigo, que me hayas dejado y no te hayas vuelto a preocupar por mí. Que me hayas dejado tirado como a un puto perro, y después de tanto tiempo no seas capaz. No seas capaz ni de pedirme perdón.
Casi no dejes ni que me acerque, ¿tú te has visto?. No creo que te haya hecho nada tan malo. No creo que te cueste tanto tener educación.
Siempre me has tratado como un perro y sigues haciéndolo.
- No creo que quisieras saber nada de mí después de todo.
- Lo que más pena me da, es que te veo triste, decaída. Veo que te estas apagando y me da mucha rabia. Estás dejando atrás todo lo que te hacía brillar, todo lo bonito que tenía tu mirada.
Y me da tanta rabia...
Me sigues importando. Algo así no te deja de importar nunca.
- No pretendía tener esta conversación. No creo que sea el momento, ni el lugar.
- Eres igual de borde y dura que siempre. No tienes sensibilidad, estás muerta por dentro.
El tiempo te acabará haciendo cambiar, te pondrá en tu lugar, y te darás cuenta de cuanto necesitas a los que están a tu alrededor. Te arrepentirás de haber tratado así a tu gente.
- Puede ser
- No entiendo nada, ¿por qué eres así?.
Después de tanto tiempo, he estado dándole muchas vueltas al tema, y... ¿Sabes cuántas veces he soñado con este momento?
Al principio pensé que me echaría a llorar, que me rompería frente a tí como me he roto siempre.
Que volvería a ser la mierda que machaques. Pero conforme iba pasando el tiempo, me iba haciendo fuerte, y conseguí hacerme lo suficientemente fuerte como para llegar a armarme de valor. Pensé que te diría todo lo que has hecho, todo el daño que me has hecho y lo callado que he estado. He repasado mil veces el discurso que tenía preparado, un perfecto recital que he ido ensayando todos estos meses.
¿Sabes?, ahora me doy cuenta de que al final me he vuelto loco, y he terminado por entender que hayas pensado que te he hecho daño, o que hayas sufrido, o que haya sido un capullo.
He terminado por entender toda la mierda que algún día me echaste. Es gracioso, que me hayas pisoteado y piense que es mi culpa. ¿No?
Me has hecho tanto daño, que he perdido el sentido del dolor.
Pero a pesar de todo, jamás he entendido que lo creyeras. Que creyeras que realmente soy un ser despreciable, que desconfiaras tanto de mí. Creo que al final me ha hecho más daño pensar que tú sintieras que era lo peor del mundo, y no solo eso, si no darme cuenta tan tarde. Lo suficientemente tarde como para no poder demostrarte que no lo soy, que sigo siendo el mismo de siempre.
Te he querido tanto, que nunca podrás llegar a hacerte una idea, y bajo ningún concepto te haría daño. He cometido errores, y para nada huyo de ellos. Pero creo que errores los tiene cualquiera, y me he arrepentido mucho de ellos.
Me he castigado mucho por todo esto créeme.
- ...
- ¿No tienes nada que decir?
- No sé que decir
- Estoy tan cansado de tus "no sé"...
- Me voy.
- Tú no te vas a ningún lado. Creo que como mínimo me merezco una explicación, ¿o ni siquiera eso me merezco?.
¿Tan poco significo para tí?, soy tanta mierda que no eres capaz a dar lo más mínimo por mí.
Te juro, que he llegado a pensar que alguna vez te había importado, que alguna vez hubieras dado algo por mí. Pero poco a poco me voy dando cuenta de lo engañado que he estado siempre, de lo equivocado que he estado.
¿Te das cuenta?, quizá estabas equivocada tú, y la cagaste desde un principio.
Pero eso no lo quieres pensar, ¿verdad?, tu nunca te equivocas, tu eres perfecta. La única mierda, y el único hijo de puta soy yo. ¡Manda huevos!
Puede que sea el último consejo que te de, pero ¡ABRE LOS OJOS!. Abre los ojos de una jodida vez.
No eres perfecta, ni siquiera te acercas, cometes muchos más errores que los demás y te quedas en la barrera esperando a que se solucionen solos. Pero la vida no va así, para nada.
Crees que lo tienes todo bajo control, que todos debemos de estar a tus pies, que tienes la máxima razón. No te das cuenta de que te engañas más a tí misma de lo que los demás te podemos engañar a tí.
Empieza a pararte a pensar en el daño que haces, en las consecuencias de tus actos, y en que quizá lo mejor no sea quedarse callado, porque a veces es necesario un suspiro. Sé que no hice las cosas bien, pero no hay ni punto de comparación con todo lo que hiciste tú, con la frialdad que tuviste para echar por tierra nuestra relación, todo eso que habíamos construído juntos.
¿De verdad crees que no merecía la pena intentar arreglarlo? ¿Crees  que todo aquello era tan insignificante, y te importaba tan poco, que no merecía la pena ni el mínimo esfuerzo?
- Me están esperando, y llego tarde.
- Eres lo peor.
No me puedo creer que no seas capaz de dar la cara ni una sola vez. No me puedo creer que no puedas ni responderme.
Huye, huye como siempre. Es lo que mejor se te da, escapar, salir corriendo, huir de los problemas. No eres capaz de enfrentarte a nada. ¿Qué mierdas haces con tu vida? ¿te crees que salir huyendo te va a solucionar los problemas?.
Tu problema es que eres una niñata, Ce.
- No me llames así, y déjame.
- No vas a huír como siempre de mí, no lo vas a hacer. No llevo tanto tiempo tragando para que te vayas. Jugaste conmigo como quisiste, aguanté tus discusiones, tus idas de olla, y todo ¿para qué? Aguanté todos tus estúpidos celos, que no me dejaras hacer lo que quisiera.
¡Fue tu puta culpa!, todo, absolutamente todo.
Me jode no haberme dado cuenta antes, porque te juro que hubiera sido lo peor.
¡Tendría que escaparme yo de ti!. Eres patética.
- Adiós
- Ce, no te enfades, Vuelve aquí y hablemos las cosas. Te juro que me tranquilizo.
Me pones nervioso, llevaba tanto tiempo esperando poder hablar contigo, que no me he podido controlar. Tienes que entenderme ¡joder!.
No sabes la impotencia que me da no obtener respuestas, soltarte todo lo que siempre quise decirte y que no me digas nada. No quiero que me digas nada, porque ya sé que no lo harás, pero te pido un perdón, no quiero más.
- ¿De verdad?, ¿no te das cuenta de que no quiero pedirte perdón?
Me parece perder el tiempo tratar de darte explicaciones, me parece hacerme daño volver a discutir contigo, ¿no lo entiendes?.
Haces lo de siempre, darle la vuelta a todo para poner el mundo de tu parte.
- Huyes, Ce.
- ¡Cállate joder!
Nunca te he dado una explicación porque no te la merecías, no porque fueras una mierda.
No te merecías lo más mínimo de mí, es más, jamás te lo has merecido. Te he dado el doble de lo que siempre te has merecido, y no he recibido ni la mitad.
No tienes  ni la menor idea de lo que pasé, ¿o sí? ¿tienes idea?, no tienes ni puta idea, porque nunca estuviste a mi lado, nunca me preguntaste, nunca te preocupaste. Lo único que quisiste siempre es tener a alguien a tu lado, tener a alguien a quien siempre poder recurrir, tener a alguien que estuviera pasase lo que pasase, aunque te callese la mayor piedra encima, tener a alguien que siempre te salvase.
Pero me cansé, me cansé de sacarte de la mierda, de ir a buscarte, de luchar por tí. Me cansé de tener que sacarte de todos los problemas, ¿que era lo que tenía que hacer porque era tu novia?, ¡no te lo crees ni tú!. Yo no tengo que sacarte de todos los líos en los que te metes, yo no tengo que sacar las uñas todo el tiempo, yo no tengo que dejar que lo pagues todo conmigo, que te saque de todo y después me castigues a mí. Me merecia más de un gracias, y sólo recibía palos. ¿Confianza?, la confianza me la trae floja. Tendrías que haberte puesto una sola vez en mi lugar.
Siempre estaba detrás, esperando a que te llevases todos los palos que buscabas para después salvarte. No te importaba ni lo más mínimo, preferías salir, drogarte, meterte en líos, tontear con cualquier zorrita, ¿y yo qué?. El tiempo que te sobraba.
Cuando estabas más jodido era cuando venías. Cuando nadie te quería ni ver.
¿Te das cuenta de la mierda que sentía que era?, me sentía como tu puto salvavidas.
- Eras mi salvavidas, porque eras lo que me hacía salir a flote.
- ¿y eso te parece ser feliz?, yo también necesitaba que me salvases, yo también necesitaba que me dedicases tiempo. Sólo necesitaba que me hicieses creer que tenía importancia para tí, que además de los malos momentos, también podía estar en los buenos. Pero no, en los buenos no te interesaba que estuviese.
Esperé tanto a que te dieras cuenta... esperé tanto a que me dejases que te lo explicase...
¿Sabes el tiempo que te esperé?, esperaba llamadas que prometías, te esperaba en los sitios donde nunca aparecías, porque siempre era mejor plan estar bebiendo o metiéndote mierda con tus amigos.
Sabías de sobra que odiaba todo eso. Aguantaba tus excusas de mierda, ¿crees que no sabía lo que hacías?, ¿de verdad te crees que me tragaba todas tus excusas?, me callaba. Me callaba para que no me liaras las mismas de siempre, para que no me gritaras y me llamaras neurótica.
Me jodía tanto que te doliese más que no me creyese tus excusas, antes que dolerte que me estuvieses perdiendo...
Tanto me callé por tí, que pensabas que estaba debajo tuyo.
No te dí una explicación porque me dolía. Nunca te lo dije, pero no te imaginas cuántas veces te he visto con otras. Lo peor es que no solo me engañabas a mí, también las engañabas a ellas, todas pensaban que eran "la otra", pero todas eran "la otra de la otra".
¿Creías que nunca me daría cuenta?, ¿te creías el puto amo ocultando todos tus líos?, y ni siquiera eras capaz de hacer eso bien.
Al principio esperé a que te dieras cuenta de lo que tenías. Acepté que te rieras de mí, y cuando nos viésemos yo hiciera como que no había pasado nada. Te seguí apoyando una y otra vez.
Aguanté todo lo que me echaste encima, porque realmente te quería.
No te puedes imaginar todo lo que duele quererte.
Pero lo que más me dolió no fueron todos esos líos que tuviste, fue el resto.
Acabaste humillándome ante todo el mundo durante tanto tiempo...
Te pedí perdón por no hacer nada, esperé a que te cansaras, esperé a que dejaras de hacerme sufrir, te quedaste solo por hacerme daño. Te dejó todo el mundo de lado. Pero yo seguía ahí, y eso te valía.
Te daba igual el resto, te encantaba hacerlo, y merecía la pena, ¡estabas completamente solo! pero eso daba igual, sólo querías hacerme daño.
En el fondo tienes razón, y te tengo que pedir perdón, porque hiciste algo por mí. Me hiciste fuerte.
Después de revolcarme junto a los cerdos con la mierda, todo me da igual.
A estas alturas, ¿no tuviste suficiente? ¿no fue suficiente?, ¿qué quieres? ¿qué coño es lo que quieres?.
¿Te jodí la vida, y jodí nuestra relación porque me cansé?, ¿en serio? ¿tanto daño te hizo que pudiese llegar a ser feliz con otra persona?.
Lo que más daño de hace, es saber que contigo nunca fuí feliz, que la primera vez que me viste bien no fué contigo. No te das cuenta de lo sola que me sentí. No te das cuenta de lo arropada que me sentía cuando estaba con él.
No fue la mejor decisión, no lo niego. Debería haber hecho las cosas de otra manera, pero no pude.
Ahora mismo me odias y te odio, ¿por qué quieres seguir con esto?.
- Es imposible dejarlo, porque en el fondo somos iguales. Somos los dos igual de hijos de puta.
- Te odio
- Y yo, pero eres la persona a la que más he querido en toda mi vida, eres la que siempre me ha estado apoyando aunque fuera lo peor. Parecía que no me ibas a dejar nunca solo, porque sabía que te importaba, que me querías. Me daba cuenta de cuanto te sacrificabas por mí.
- Tu estás enfermo.
-  Lloras porque lo sabes, porque sigues sintiendo lo mismo.
- Me das asco
- Eres lo mejor que me ha pasado nunca, Ce.
- Me voy.
- Te engañas.
- Después de todo lo que has dicho y hecho, ¿pretendes que me acerque a ti? ¿pretendes que tenga compasión? ¡te odio joder!
- Querernos para matarnos, ¿te acuerdas?, nos gustaba esa frase. Al final la hicimos real, la locura de amar.
- Sigues pensando que soy gilipollas.
-  ¿Qué tontería es esa?.
- Muérete.
- Contigo.

martes, 5 de julio de 2011

Lo siguiente que recuerdo son el resto de dulces mentiras. Me encantan sus mentiras. - DM.3






















Él me lo dijo y nunca lo negó. 



La primera vez, me escaneó a la perfección. Observando cada uno de mis pequeños desastres.

Creo que quería ser la fiera preparada. 










Después de estudiar el terreno y su objetivo, después de obtener el título de depredador a la espera de práctica...Me miró. Lo siguiente que recuerdo son el resto de dulces mentiras. Me encantan sus mentiras. 

Empezó por mirarme, buscando que me acercara lentamente, sin prisa. Trató de ponerme la parte dulce de aquel amargo postre, trató de sacar lo dócil y ocultar el resto. Trató, simplemente, de enseñarme la mentira maquillada con verdades, la mentira que quería ver.

Cuando me acerqué para probar, mojé los labios, y abrí lentamente la boca. Entonces, me acercó el caramelo aun más a la boca, me dijo que no pasaba nada, que me acercara más, que era terreno libre de trampas, que era todo simple, solo había aquello, a lo que alcanzaba mi vista.
Me contaba algún pequeño detalle sin importancia, para que yo se la diera.
Me atraía hacia él, a su gusto.

Cuando desperté de toda aquella mentira del caramelo, estaba en esa habitación que apestaba a humedad... Había humo y su respiración. A ciegas, me adentré para verle contra la ventana, apoyado sobre el cristal, dándome la espalda. Lo único a lo que acertaba era a apoyar el cigarro sobre sus labios.
Se volvió, mirándome y con la última calada. Tiró el cigarro, exhalo el humo, y se quedó callado.
En aquel momento nada se movía, ni siquiera el segundero, el humo era lo único que se movía poco a poco, cada vez más lentamente, bajo la luz del sol, bajo aquellos pequeños rayos.

Buscábamos una respuesta en el otro, serios. No nos movíamos, callados, sólo con nuestra respiración y en aquella habitación tan fría. De pie.
Le miraba agresivamente, la respiración lenta, mi expresión completamente desafiante. Sentía que todo se movía menos nosotros. Sin quitar mis ojos de los suyos, sin moverme un centímetro... Simplemente respirando, simplemente sobreviviendo.
Empezaba a ponerme nerviosa su actitud, sentado, mirándome, como yo. Buscándome y desafiándome, pretendía quedarse una vida allí.
Creo que en ese momento empecé a sentir el desprecio de su mirada, la indiferencia que pretendía transmitir.

Estaba esperando mi explicación, esperaba que yo diera el paso... Pero estaba callada.
En aquel momento pensé en irme, que nada serviría, que era una pérdida de tiempo, y me enfadaba más por momentos.
No quería irme y perder mi orgullo, pero iba a gritarle de un momento a otro. Los dos esperábamos y ninguno hacía nada, era un punto muerto.Un espacio en blanco.

Me dí la vuelta, cerré los ojos y empecé a caminar, a correr tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Empecé a llorar con los ojos entreabiertos, desapareció el sonido de mi alrededor, sólo mis pasos y mi respiración.

Mi orgullo por los suelos, mi miedo en las esquinas, la rabia confundida, dolor en mi pecho, agujetas, me pesaban los párpados, me dolía respirar, y sólo pensaba que era fuerte.

Era fuerte y eso nadie me lo podía quitar. Era fuerte y nadie me podía derrumbar.