domingo, 18 de octubre de 2015

Para conseguir ralentizar este proceso. Este alzheimer de corazón. - SSNA

Ilusiones que nacen y se apagan.

Momentos que sueñas, fantasías, destellos de luz que parece que llegan, el estómago revuelto.
Algo; dulce, suave, pequeño, que llega lento, muy lento. Algo de color azul marino que parece que se aclara, que parece que no quiere ser.

Llega la desinhibición, el bello de punta, la boca seca, las contracturas en la espalda. Pero lento, llega lento.
Te acaricia, como el viento. Se pasea, como la lluvia cayendo por tus mejillas. Se saborea, agrio, como el limón. Cae, como el tiempo en un reloj de arena. Se pega, como la seda. Desacelera la vida, ralentiza tus pasos, te calma. Baja tu ritmo, tus pulsaciones, tus respiraciones. Calma tu vida.
Es una sensación que ves desde lejos, que parece que llega, que parece que acabará metiéndose dentro, muy dentro. Arraigando en lo más hondo de ti, echando raíces en lo más recóndito de tu ser. Llega de una forma brusca y agresiva, de golpe, sin preaviso, asustándote.

Pero llega tan lento, que se te olvida. No lo recuerdas. Comienzas a olvidar sensaciones, a olvidar sentimientos, a olvidar partes de tu vida.
Te aletargas, te calmas de tal forma que te oxidas por dentro, que te quedas en blanco, que pierdes todo el color.
Te inunda la arena seca, fina, en cualquier rincón de tu cuerpo. No eres más que polvo, algo ligero que puede llevar el viento. No tienes fuerza, estás tan apagado que ya se te ha olvidado.
Duermes, duermes la vida.



Por eso escribo. Para no olvidar, para recordar lo que es estar viva, para inundarme de sentimientos. Para conseguir ralentizar este proceso. Este alzheimer de corazón.

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