lunes, 3 de enero de 2011

Tu mesa estaba llena de copas vacías, bebiste por cada mujer una de ellas. Pero ninguna sirvió para saciarte. - Cualquier Instinto, pero instinto






EXISGEN: EXISTEN Y EXIGEN

Recuerdo aquella tarde-noche en la que el olor a invierno permaneció tres dulces horas, salpicado por voces de segundo plano. Ese día, las nuestras no salieron nunca.
El sitio no importó, se pretendía malgastar el tiempo y ningún lugar era imprescindible.

Estabas allí sentado, a mi lado, por accidente o no. Nos enfrentamos tan duramente, como en cada intento de reconciliación. La mesa igual de fría que siempre, la tuya, la mía...
Ambos estábamos solos, cómo siempre, pero tú no te dabas cuenta. Desperdiciando los dos el tiempo con cualquiera que se sentase en nuestro horrible invierno.
Tu mesa estaba llena de copas vacías, bebiste por cada mujer una de ellas. Pero ninguna sirvió para saciarte.
Incluso hubo una o dos que no pudiste acabar de beber, ya no tenías fuerza. "¡Puta vida!" dijiste entre suspiros ahogados. Yo pensé, "tan puta como cada una de las que ya has bebido".

Creías que se trataba de otra vez más, pero todo era distinto. Sabía perfectamente lo que eras desde hacía mucho tiempo, pero todavía no había reunido el valor suficiente para decírtelo.
Tenía la esperanza de que al menos una noche, te bebieras la última copa conmigo. Pero nunca sucedió. No me amargaba saberlo porque en el fondo creía que no tenía ni idea de quién eras realmente, y me sentía menos estúpida si en vez de una consentidora, era simplemente gilipollas.
Pero aún así todo esto, me aterraba sin haberlo deseado.

En ese momento, te vi por primera vez como un ser despreciable. Dejaste de estar sentado conmigo, a ser el tipo de mi lado, tan raro como cualquier extraño.
Te miraba, buscando algo que te llenase, cómo la experiencia de sentirse realizados. Te sentías frustrado por no tener a tu lado a la mujer que querías, te sentías fracasado por mi compañía. Hasta el momento en el que más te odié, no te diste cuenta de que a veces tus decisiones son las incorrectas.

Sabía que pudiste volver a elegir entre tres o cuatro, pero lo peor no eran tus dudas, era que no sabía si realmente había algo que mereciese la pena dentro de tí. Si había algo de persona en tu interior, y era algo que me intrigaba, que me comía por dentro en cierta forma, y se fué haciendo mayor, y mis copas se fueron vaciando a la misma velocidad que las tuyas. Yo bebía cada copa, por cada angustía.

Me giré por última vez para mirarte directamente a los ojos. El momento más ridículo de mi vida fue dejarte ver que había tardado tanto en darme cuenta.


Y me fuí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario